En el libro hay una comunidad bastante próspera, incluso con electricidad, que es gestionada por Cíclope, el único superordenador que sobrevivió a la guerra (teniendo en cuenta que es un libro futurista, para la época). Hay comida, la gente vive pacíficamente y los niños reciben escolarización. También intentan iniciar a los niños en la tecnología, para que estos la conozcan lo suficiente como para poder tomar el relevo de los pseudocientíficos y pseudotécnicos de la colonia, para que no acabe perdiéndose.

Y van recogiendo toda la chatarra tecnológica que encuentan por los alrededores, con la esperanza de que, guiados por Cíclope, algún día sean capaces de construir miniordenadores basados en éste que puedan distribuir entre las demás comunidades para hacer la vida más fácil a los demás.