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¿Por qué las mismas personas que parecen tener la mayor necesidad de emprender una psicoterapia se mantienen alejadas de ella?
Las razones por las que se evita una psicoterapia también cuando sería útil
Hoy en día casi la totalidad de las personas emprenden un camino psicoterapéutico sólo cuando están en dificultades, cuando se sienten en dificultades y realmente no pueden soportar más. Primero prueban todas las alternativas posibles e incluso cuando está claro que ha llegado el momento de acudir a un profesional de la salud mental, lo posponen todo lo posible.
En teoría, lo mejor sería acudir a un terapeuta en cuanto comience la dificultad psicológica, para evitar sufrimientos innecesarios y autosabotajes. En cambio, la gente suele pasar años sin ocuparse de sus problemas psicológicos, perdiendo tiempo, oportunidades de trabajo, arruinando relaciones y tirando el dinero en malas decisiones.
¿Por qué la gente se comporta de forma tan poco razonable?
En este artículo intento explicar por qué las personas se comportan de esta manera tan improductiva para ellas mismas.
Desconocimiento de su problema
La primera condición que aleja a una persona del proceso de tratamiento psicológico tiene lugar cuando una persona, en una situación de malestar psicológico, no es consciente de que tiene un problema psicológico.
Automáticamente, cuando la persona no es consciente de tener una dificultad psicológica, intenta identificar los orígenes de su sufrimiento fuera de sí misma. Y muy a menudo lo consigue.
De este modo, la persona identifica el origen de su sufrimiento en las situaciones externas que juzga como injustas o desafortunadas. O en otros, a los que juzga como malos o negligentes.
En definitiva, la culpa es siempre del otro.
Por poner algunos ejemplos: la persona que tiene problemas para establecer relaciones íntimas, se dice que siempre se encuentra con parejas equivocadas o con amigos que no le comprenden. La persona que teme el fracaso en el mundo del trabajo, dirá que es culpa de la sociedad corrupta y deshonesta, o que es culpa de la crisis, etc.
En cuanto haya algún problema, la persona se dirá a sí misma que las causas se encuentran siempre fuera de ella. Por supuesto, a veces la responsabilidad de una dificultad se encuentra objetivamente fuera. Por ejemplo, vamos caminando por la calle y nos cae en la cabeza una teja que se ha desprendido del tejado. Evidentemente, es responsabilidad del propietario que ha descuidado el mantenimiento de su propiedad.
Sin embargo, cuando tendemos compulsivamente a buscar fuera de nosotros las causas de cualquier sufrimiento, esto pone de manifiesto una tendencia a querer permanecer inconscientes de que a veces el origen del problema está dentro de nosotros mismos.
En este nivel no asumimos la responsabilidad de contribuir a nuestra propia situación de sufrimiento y siempre buscamos la responsabilidad fuera, ¡y el mundo se convierte en el enemigo!
Desconocimiento de la importancia del problema
Esta es la situación de la persona que se da cuenta de que está sufriendo, quizás experimentando ansiedad o depresión, pero no siente que su problema sea especialmente importante.
En este nivel, la persona piensa que su sufrimiento no es gran cosa después de todo. Que de todas formas puedes seguir adelante. Aprieta los dientes.
Lo que ocurre es que la persona gestiona mal su vida, se perjudica a sí misma de mil y una maneras. Por ejemplo, a causa de la ansiedad puede evitar oportunidades de trabajo favorables, relaciones satisfactorias. O debido a la sensación de depresión es menos activo y proactivo de lo que podría ser.
La persona vive con el freno de mano puesto y no es consciente de las oportunidades que está perdiendo.
Desconocimiento de la posibilidad de resolver el problema
Esta es la situación de aquellos que experimentan angustia psicológica, sufren, pero creen que la angustia psicológica, por su naturaleza, no puede ser abordada y resuelta.
En este nivel, la persona se dice a sí misma cosas como: el mundo es así, todos sufren, la vida es dura y no se puede hacer nada al respecto. A menudo la persona se manifiesta en contra de la psicoterapia. Afirman que "no creen en ello" aunque no hayan tenido ninguna experiencia ellos mismos o hayan tenido experiencias demasiado cortas o con profesionales poco eficaces.
En esta etapa se puede confiar en la medicina biológica de forma exclusiva, realizando una terapia psicofarmacológica sin ayuda de la psicoterapia.
Es una visión cínica y amarga, donde hay poca confianza en uno mismo y en los demás, pero la situación más amarga es la condición que sigue.
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