ANLIUM, pero hoy he salvado a un perro de la muerte y me siento feliz
Estaba en mi campo poniendo gomas para que mañana sembremos los tomates, berenjenas, pepinos, pimientos, sandias y calabacines que hay pedidos. Cuando terminé dije "paso de poner las gomas de las sandias, Me voy a ver si descanso algo".
Subo la cuesta y salgo de la finca por el portón, que estaba abierto montado en mi furgoneta.
Entonces me da por miar a la alberca y veo algo marrón moviéndose.
Echo el freno de mano y salgo corriendo hasta el borde de la alberca. El perro está en una de las esquinas, intentando salir sin éxito, pues la distancia que separa el agua del borde es insodable para él.
Meto el brazo y lo saco. Él se deja. Me fijo en que no es él, sino ella. Es marron, un perro de estos típicos de cacería. Lo dejo en el suelo. meto la furgoneta de nuevo en la finca y me quedo a su lado.
Empiezo a frotarle con la esperanza de que entrase en calor. Hoy hace mucho sol y buena temperatura, así que pensé que pronto se recuperaría y volvería a su casa. Tiene collar. Debe tener casa.
Pero entonces el perro empieza a tener una especie de toses/arcadas. Creí que era normal. Las toses esas se suceden cada vez con más frecuencia hasta que alcanzan una frecuencia alarmante. el perro se empieza a estirar y a abrir la boca. Le pongo la mano en el pecho y veo que se le está acelerando el corazón. Entonces el perro deja de hacer ruida alguno. Está duro y tieso como si estuviese disecado. Me asusto un montón y lo meto en la furgoneta. Mientras lo llevo el corazón vuelve a latir y empieza a relajarse. Da igual, este va al veterinario sí o sí.
Salgo escopeteado para allí. Cuando llego no doy ni los buenos dias. Cojo mi perro mojado y me cuelo en la primera consulta que veo. Allí hay un veterinario. le explico lo mejor que me dejan mis nervios lo que ha pasado. El tio diagnostica a la perra. parece estar bien, quizás un poco de hipotermia, pero nada más.
El perro (la perra) tiene chip. Se llama Estrella. Llaman a su dueño el cual pide que no me vaya, que quiere darme las gracias.
Al rato llegó él. Yo ya había dejado de temblar algo. Estuvimos un rato hablando sobre lo que había ocurrido. Me dió las gracias y me dijo que si algún día me hacía falta algo que no dudase en pedírselo.
Cuando me voy a ir miro la furgoneta. Con los nervios, al entrar por la estrecha entrada, he abollado medio costado con un pilar de obra que tienen allí. Pero me da igual.
Hoy soy feliz.