A nadie le importa una mierda, pero... v14

[CucuFaiter]

ANLIUM, pero hoy he tenido un extraño encuentro con un señor.

Resulta que este año se nos ha echado a perder parte de la cosecha de patatas. En la cámara frigorífica no había más sitio para ellas así que decidimos almacenarlas fuera y cubrirlas con un plástico para que no le entrasen plagas.

Por un descuido olvidamos curarlas con Dursban, líquido que previene lo que nosotros llamamos "la palomilla", un insecto que mina la patata, la pudre, se convierte en mosquito y pone muchos huevos en muy poco tiempo. Muy agresivo.

El caso es que más de una tonelada de patatas se han ido a la porra ¿Y quien ha sido el encargado de limpiar tal estropicio? Pues yo.

Pocas cosas hay en este mundo que apesten más que una papa podrida, y yo tenía que buscar donde meter mil kilos de ellas. Pero en fin, había que mirarlo por el lado bueno: ese era mi único trabajo en todo el día, así que hoy me he levantado a las 9:30.

Cargo las patatas en la furgo. Peste infernal. Mi primera opción es llevarlas donde se llevan todas las basuras que no sabes a donde van: al punto limpio.

-Buenas, traigo aquí unas patatillas que...
-Al contenedor amarillo.
-Es que son mil kilos.

El señor disiente con la cabeza.

-Bueno, pues no pasa nada, ya me las llevaré a uno de mis campos. -Yo tenía pensado que, si todo fallaba, llevarlas a un campo que está a tomar por culo, que tiene un arroyo a tomar por culo, cuesta abajo y con un terreno impracticable que te cagas, donde llevaría las patatas viaje a viaje con mi carrillo de mano con su rueda pinchada y con mi bomba de inflar para cuando hiciese falta. En fin, que veía mi futuro negro cual sobaco de Darth Maul, cuando de repente el señor se puso a ofrecerme alternativas.

-Puedes ir a Villafranco, que allí hay una planta de gestión de residuos orgánicos.
-¿Dónde está?
-Pues está en la carretera que cruza con... un momento, cierran a las once ¿qué hora es?
-Las once.

Negro, ¡Negro os digo!

-Bueno, pues nos vemos ¿eh?
-¡Espera! En el mercado de abastos hay unos contenedores. Hay unos afuera y otros dentro. Están para que los tios del mercado tiren allí la fruta. Ve allí y búscalos.
-Anda, pues muchas gracias

Me habian salvado el día.

Cuando llegué al mercado allí estaban. Uno estaba fuera, y otros dos dentro. El que había afuera estaba como muy apartado, y no quise vaciarlos allí por miedo a que aquello no fuese y cagarla, así que tiré para los que estaban dentro.

Aparco la furgo, miro que hay uno con cajas y otro vacio, así que me pongo a vaciar cajas de patatas una tras de otra en aquel contenedor. Supe que era allí porque, a pesar de estar vacio, había por allí alrededor basurillas de otras veces: tomates, hojas de acelgas, zanahorias, etc...

Estoy vaciando, digo, cuando de repente una voz:

-Que pila se gana tirando ¿no?

Me vuelvo. Más allá del contenedor hay un señor que ha aparcado. Está tirando cajas de cartón al otro contenedor.

-No, que no se gana mucho.
-Pues no.

Sigo con lo mio. Eran 65 cajas. Me faltaba todavía un buen rato para terminar. Al poco:

-¿Qué le han pasado a las patatas?

El señor se acerca. Es un señor viejo de unos 65 años, el típico jubilado bien cuidado. Muy fino de cara y con bigote. No sé a que se dedicaría, pero al campo seguro que no.

-Pues se han podrido. Se nos olvidó curarlas y...
-Le han entrado el "asfdgfsdagfd".
-(¿Qué ha dicho?) Pues sí, mire, es un mosquito que...
-Hay que ver, comprar todas estas patatas para tirarlas.
-No, si son sembradas.
-¿Para sembrarlas?
-No, que nosotros la hemos sembrado y...
-Y antes de sembrarlas se han podrido porque les ha entrado el bricomio.
-(WHAT?????).

Efectivamente: El bricomio.

-Pues mira, ven conmigo. Te voy a dar la solución.

Me enseña la típica botella de limpiacristales, con su dispersador y todo.

-A esta cantidad de agua tú le echas un chupito de lejia... ¿tú sabes lo que es un chupito, no? El que nos bebemos todos.
-Ajam...
-Y con esto matas todo el bricomio. Tu hazme caso, que me lo dijo un hombre viejo muy sabio.
-La gente está dispuesta a echar guarradas a cualquier cosa para cualquier cosa. - Empecé a decirle esto con intención de argumentarle lo inutil que me parecía aquello comparándolo con cuando hubo la epidemia de "tuta absoluta" (existe, podeis buscarla en Google) y la gente lo combatía con Zotac y Fairy. Sí, Zotac y Fairy. GENIOS.
-¡No, no, no! Esto es buenísimo. Se lo echas a los gusanos y se mueren y blá, blá, blá...

El hombre siguió hablando pero mi mente hizo una pausa en ese momento.

-(Hay que ver... como se parece este hombre a Don Ramón de el Chavo del Ocho).
-Blablablá, bricomio, blablablá...
-(Parece que en de un momento a otro vaya a llamar a la chilindrina)
-Blablablá, hierbabuena, blablá...
-(Pues la chilindrina, en verdad bien vestida, tenía que estar follab... un momento ¿qué es lo que ha dicho?)

Sí, lo estaba diciendo. Por lo que se ve, para este señor, el bricomio representaba todo lo malo de este mundo, desde virus hasta bacterias y desde hongos hasta gusanos. Todo lo pequeño y perjudicial para la salud es catalogado como bricomio. Eso lo deduje mientras me explicaba que él le echaba esta mezcla de agua y lejía a la hierbabuena, la cual no hacía falta lavar después[b] según sus palabras, y que cada mañana [b]se lavaba la cara y el pelo con ella tambien, porque limpiaba todos los poros de la piel y, según él, "te la seca y deja un brillo especial en la cara".

Entonces me reveló, supongo que sin querer, la verdadera fuente de su sapiencia. Y vosotros pensareis, "pues de un tio de estos que hacen remedios naturales", o "un estafador de estos que salen por la tele", quizás "internet"... pues no. Lo había un oido de...

Un arquitecto.

...

En la tele.

...

Efectivamente: ¡LO HABÍA VISTO EN EL PUTO BRICOMANÍA!

Me explicó cómo se le ocurrió al ver que el "arquitecto" pintaba unos azulejos con lejía y estos se quedaban blancos y recuperaban su brillo, así que, por lo que se ve, decidió aplicarlo al resto de aspectos de su vida... para combatir el "bricomio".

-Yo no tengo aquí ahora lejía, si no te lo enseñaba como mataba a esos gusanos. -Me señala el tomate podrido del suelo.
-(Pos claro que los mata ¡ES LEJÍA! ¡A TÍ TAMBIEN TE MATA!).

Me explicó que controlando la dosis era completamente inofensivo, que si tal y pascual, que si el bricomio...

-¡Y mata to er bricomio malo!
-(Ah, es selectivo. Brillante).
-¡Y con lo barata que es la lejía!
-Ya ves.
-Bueno, ya sabes otra cosa más.
-Bien, yo sigo con lo mio. Gracias.

Se aleja hacia su coche y, antes de montarse...

-¡Una cosa más! No vayas por ahí diciendo lo de la lejía, que si no empieza a utilizarlo todo el mundo y... -Gesto cómplice.
-Ya... comprendo. Gracias.

Se fue, no sin antes darme el pésame por mi cosecha perdida.

-Siento que se te hayan perdido las patatas, a ver si para la próxima no te ocurre con la lejía.

Y allí me dejó el señor, con mis patatas y mi cuerpo lleno de bricomio por no lavarlo con una disolución de lejía al 10% con asiduidad.

Llevé las cajas vacias a mi campo, las lavé, lavé el piso de la furgo, volví al almacén y lo lavé. Cuando lo tuve todo cuco me fui a casa sabiendo que mi trabajo había terminado. Han sido sólo 5 horas, pero intesas cuanto menos.

Cuando llego a casa le explico a mi madre lo que me ha pasado, al mentarle la palabra "bricomio" ella empieza a reir.

-¡Qué finura de hombre!
-¿¿??
-¿No sabes lo que es "bricomio"?
-No...
-¡LOS MICROBIOS!

Y empezamos a partirnos el culo.

Yo había oido "mercrobio" para referirse a los microbios, pero nunca "bricomio". Al parecer era una palabra usada hace tiempo por la gente que no sabía mucho.

Así que que ahora tengo nueva palabra de pueblo favorita: bricomio. Y me la dijo el clon de Don Ramón, que es Bleachtard, con la cara seca de la lejía, y cuyo pelo jamás sabré si era cano de verdad.