A nadie le importa una mierda, pero... v14

[Guibuu]

2001. Después del instituto he quedado con un amigo en mi casa. Vamos al cuarto del ordenador. Gracias a la supertarjeta de vídeo 3dfx Voodoo Banshee puedo jugar a los juegos más punteros, como mi flamante Black & White, del querido por todos Peter Molyneux.





Ese juego era la releche: jugabas a ser dios, se podía modificar el escenario, la interfaz era mínima (gran parte del tiempo era simplemente una mano tridimensional, que iba modificándose en función de si eras bondadoso o malvado, y las ayudas iban transparentándose hasta desaparecer cuando el juego detectaba que ibas aprendiendo a manejar la interfaz), había misiones opcionales con minijuegos integrados en el propio escenario, tenías que cuidar y educar a tu mascota, un animal gigante, acariciándole o dándole sopapos a palma abierta (probablemente lo más reconfortante del juego), podías coger rocas y lanzarlas por el escenario como si jugaras a los bolos, aprendías conjuros que se invocaban dibujando una runa sobre el terreno, etc. Además el doblaje al castellano era de primer nivel, con dobladores bien conocidos. En definitiva, el juego estaba lleno de detallitos. Se notaba que estaba hecho con mucho mimo.





En el juego había que enfrentarse a otros dioses con sus correspondientes seguidores, por lo que, aparte de los destrozos que pudieras ocasionar tú o tu mascota a tus propios seguidores, la MUERTE estaba asegurada.

MUERTE.

¡MUERTE!

¡MMUERTEEE!

Esa es la frase que más recuerdo del juego. De vez en cuando una voz femenina (en la versión en castellano) la decía cuando algún nimio humano moría. O algunas decenas de nimios humanos… El caso es que se escuchaba bastante, y se queda resonando en tu cabeza por los años.


Volviendo al tema que me ocupa, una tarde de hace catorce años estaba yo con mi amigo frente al ordenador, enseñándole el juego, haciendo el cabra, mostrándole la isla en la que estaba atascado… cuando, de repente, la voz que grita MUERTE no grita MUERTE.

SUSURRA MI NOMBRE.

Ojipláticos nos miramos mi amigo y yo. "¿Has escuchado eso?". "Sí, yo también".

Salimos a Windows a ver si es que había algún programa que nosecómoniporqué pudiera haber reproducido eso, y no encontramos nada. Parecía la voz del juego, pero no estábamos completamente seguros. Era MUY extraño, porque el juego no te pide el nombre en ningún momento. Y no había sucedido antes.

Tampoco recuerdo que sucediera después.

Esta anécdota quedó como broma interna entre nosotros, y el evento catalogado como "suceso paranormal".





Pues bien, catorce años después, hoy, mi amigo me ha enviado esto y me ha dicho que vaya al minuto 2:04.