10-11-2014, 06:55 AM
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 10-11-2014, 06:55 AM por CucuFaiter.)
Uy, me acabo de acordar de que no he contado una cosilla que me pasó hace un par de semanas.
Mis padres se fueron de vacaciones y me dejaron a mi solo en la casa. Para aliviar el estrés al que me veo sometido esos dias vino mi hermana para ayudarme. Sacar a los perros, fregar platos, etc...
¿Y porqué tanto estrés? Normalmente yo soy el tio del campo. Mi trabajo consiste en tenerlo todo cuco en el campo. Quitar hierbas, tratar con productos químicos, recojer leña, arar, entre otras cosas. Pero tambien soy el "sustituto para todo", entonces, cuando alguien falta a su puesto, siempre voy yo para suplirlo.
Y el campo no es solo recojer, tambien hay que vender. Y a vender me tocó ir al no estar mi padre. Odio vender: la hora a la que te levantas (4:00 de la mañana), lo poco que comes, la gente mala que llega al puesto con intención de robarte, la gente desconsiderada que llega, te destroza cosas y se van...
-Es que están blandas, por eso no me las llevo.
¡Po si no las fueses estado estrujando como pelotas antiestrés durante 10 minutos seguro que no estaban blandas! Si es que...
Pero tambien hay cosas buenas, como tias despampanantes que ves de vez en cuando y que te entran ganas de hacete violador de esos que haces que las tias te la chupen y uego no se acuerden de nada, como en la noticia esa. Pero si pones pros y contras en una balanza... está claro que ganan los contras. Por eso lo odio.
A veces, mientras despachas, te encuentras con gente curiosa. Mi padre, por ejemplo, ha despachado ya a medio PP a lo largo del tiempo, al dueño de la mayoría de los casinos online que salen anunciados en los banners (sí, son casi todos del mismo tio) o a un señor alemán que le pagó con 500€ porque "no tenía otro billete más pequeño" en su abultada cartera, pero se le perdonaba por los 230 euros de compra que había hecho.
Pero yo, ni tias buenas, ni gente rica, ni políticos de derechas. Yo no atraigo a esa gente. Lo que sí atraigo es gente rara. Gente muuuuuy rara. No sé cual es la razón, pero de siempre ha sido así.
Empiezo a pensar que es porque aparento menos edad de la que tengo. El chaval que trabajaba con nosotros tenía 18 y todo el mundo creía que él era más viejo que yo. Y más guapo tambien. Aunque lo segundo ya lo suponía.
Terminando de vender. La 13:00 aprox. A esa hora viene una última horda de compradoras y después se acabó el pan con queso. Esperando que estoy a esa horda y un señor se acerca a comprarme lechugas.
-Hola buenas, deme tres lechugas. - Estaban en oferta 3x1 euro. En el campo teniamos demasiadas y ya se estaban pasando de "la edad".
Le hecho sus tres lechugas y el hombre se pone a darme conversación. Yo le contesto intentando parecer simpático mientras le ofrezco otras cosas.
-¡Uy, qué chaval tan simpático! - No estoy acostumbrado a que me lo digan. Algo va mal. -¿Cómo te llamas, hijo?
-Errrrr, Gabriel. -Me agarra del brazo.
-¡Uy, Gabriel! Tienes nombre de Áaaaaangeeeeeeel. - Se recrea en esa palabra. -Dime ángel ¿Eres creyente?
-¡NO! - Ha empezado a acariciarme el biceps.
-¡Uy, pues que mal! Un chaval [tengo 29] tan joooooven, con nombre de ángel, y que no es creyente.
-(Como no me quites la mano del brazo YA me voy a cagar en...)
-Bueno, ángel, me has caido muuuuuuuuy bieeeeeeeen. -Me suelta el brazo y comienza a irse. -Me voy, pero quizás venga la semana que viene. Hasta la vista, ángel.
-(Me... ¿Me ha guiñado un ojo?).
Entre fruteros hay mucho pique, así que esperaba que nadie se hubiese dado cuenta de aquella extraña situación. Me doy la vuelta rápidamente para ver si el vecino se ha coscado.
Ya se lo estaba contando a sus compañeros...
Mis padres se fueron de vacaciones y me dejaron a mi solo en la casa. Para aliviar el estrés al que me veo sometido esos dias vino mi hermana para ayudarme. Sacar a los perros, fregar platos, etc...
¿Y porqué tanto estrés? Normalmente yo soy el tio del campo. Mi trabajo consiste en tenerlo todo cuco en el campo. Quitar hierbas, tratar con productos químicos, recojer leña, arar, entre otras cosas. Pero tambien soy el "sustituto para todo", entonces, cuando alguien falta a su puesto, siempre voy yo para suplirlo.
Y el campo no es solo recojer, tambien hay que vender. Y a vender me tocó ir al no estar mi padre. Odio vender: la hora a la que te levantas (4:00 de la mañana), lo poco que comes, la gente mala que llega al puesto con intención de robarte, la gente desconsiderada que llega, te destroza cosas y se van...
-Es que están blandas, por eso no me las llevo.
¡Po si no las fueses estado estrujando como pelotas antiestrés durante 10 minutos seguro que no estaban blandas! Si es que...
Pero tambien hay cosas buenas, como tias despampanantes que ves de vez en cuando y que te entran ganas de hacete violador de esos que haces que las tias te la chupen y uego no se acuerden de nada, como en la noticia esa. Pero si pones pros y contras en una balanza... está claro que ganan los contras. Por eso lo odio.
A veces, mientras despachas, te encuentras con gente curiosa. Mi padre, por ejemplo, ha despachado ya a medio PP a lo largo del tiempo, al dueño de la mayoría de los casinos online que salen anunciados en los banners (sí, son casi todos del mismo tio) o a un señor alemán que le pagó con 500€ porque "no tenía otro billete más pequeño" en su abultada cartera, pero se le perdonaba por los 230 euros de compra que había hecho.
Pero yo, ni tias buenas, ni gente rica, ni políticos de derechas. Yo no atraigo a esa gente. Lo que sí atraigo es gente rara. Gente muuuuuy rara. No sé cual es la razón, pero de siempre ha sido así.
Empiezo a pensar que es porque aparento menos edad de la que tengo. El chaval que trabajaba con nosotros tenía 18 y todo el mundo creía que él era más viejo que yo. Y más guapo tambien. Aunque lo segundo ya lo suponía.
Terminando de vender. La 13:00 aprox. A esa hora viene una última horda de compradoras y después se acabó el pan con queso. Esperando que estoy a esa horda y un señor se acerca a comprarme lechugas.
-Hola buenas, deme tres lechugas. - Estaban en oferta 3x1 euro. En el campo teniamos demasiadas y ya se estaban pasando de "la edad".
Le hecho sus tres lechugas y el hombre se pone a darme conversación. Yo le contesto intentando parecer simpático mientras le ofrezco otras cosas.
-¡Uy, qué chaval tan simpático! - No estoy acostumbrado a que me lo digan. Algo va mal. -¿Cómo te llamas, hijo?
-Errrrr, Gabriel. -Me agarra del brazo.
-¡Uy, Gabriel! Tienes nombre de Áaaaaangeeeeeeel. - Se recrea en esa palabra. -Dime ángel ¿Eres creyente?
-¡NO! - Ha empezado a acariciarme el biceps.
-¡Uy, pues que mal! Un chaval [tengo 29] tan joooooven, con nombre de ángel, y que no es creyente.
-(Como no me quites la mano del brazo YA me voy a cagar en...)
-Bueno, ángel, me has caido muuuuuuuuy bieeeeeeeen. -Me suelta el brazo y comienza a irse. -Me voy, pero quizás venga la semana que viene. Hasta la vista, ángel.
-(Me... ¿Me ha guiñado un ojo?).
Entre fruteros hay mucho pique, así que esperaba que nadie se hubiese dado cuenta de aquella extraña situación. Me doy la vuelta rápidamente para ver si el vecino se ha coscado.
Ya se lo estaba contando a sus compañeros...